dimarts, 28 de gener del 2014

Diario de aventuras.

Día 1.
Querida Penélope, soy Odiseo. Todos estos días lejos de ti son insoportables, no paro de pensar en si volveré a verte a ti y a nuestro hijo… necesito estar a vuestro lado. Hoy hemos conseguido vencer a los troyanos para poder recuperar a Helena, sí la del pelo ondulante. He iniciado junto con mi tripulación, el improbo viaje de regreso a Ítaca. Desde la costa troyana el viento nos ha llevado hasta Ismaro, la patria de los cícones. Tras una feroz batalla, hemos podido escapar con un copioso botín, habiendo matado a muchos de estos varones aunque hemos sufrido también nosotros seis bajas por nave y guerreros queridos de esplendidas grebas. Pero los dioses ya pretendían nuestro mal. 
 

Día 2.
Hoy, segundo día de aventuras, Zeus nos ha enviado una terrible borrasca que nos ha hecho padecer durante varios días navegando sin rumbo por la salada llanura de las aguas sin fin, pero tranquila, ya estoy bien. Espero volver pronto, necesito verte.


Día 10.
Lo siento, estos últimos ocho días no he podido escribirte, espero que no estés enfadada. Hoy, el décimo día hemos avistado la tierra de los hombres lotófagos, que solo se nutren del loto, cuyas flores hacen olvidar el país natal. Muchos han probado este peligroso manjar y por eso, los he arrastrado por fuerza hasta los barcos y embarcaron con rapidez en las naves. Pronto llegaré a Ítaca, o eso 
espero. 
 

Día 11.
Otro día más lejos de ti, esto es insoportable. Esta es la tercera tierra a la que hemos llegado, la de la patria de los fieros cíclopes, los hijos de Poseidón. Uno de ellos, el cruel Polifemo, a punto estuvo de acabar con todos nosotros. Algunos de mis amigos por desgracia, murieron devorados por el insaciable monstruo. Pergeñe un ardid con el que he podido embriagarlo con vino que habíamos obtenido de los cícones y, mientras dormía la borrachera, entre todos le clavamos una gran estaca en el único ojo, cegándolo para siempre. Sin embargo, lleno de ira ha exhortado a su padre Poseidón para que no cejara hasta vengar tamaña desgracia. 
 

Día 15
¿Te acuerdas lo que te conté el otro día de Poseidón? Pues tenía razón, desde ese día, el dios de los cabellos azules no cesó hasta cumplir su venganza. Hoy hemos llegado a la isla de Eolia, sede del dios Eolo, el guardián de los vientos. Quiso ayudarme y apresó en un odre de piel vientos para ponerlos al servicio de mi vuelta a casa. Pero mis hombres, creyendo que eran tesoros, desataron el cordel y los vientos escaparon con furia desmedida, arrastrando nuestros combos bajeles por el mar embravecido. 
 

Día 20.
Tras varios días de viaje, topamos con la tierra de los lestrigones, de talla gigante, mayor que la humana, que mataros a muchos de los nuestros y destrozaron todas nuestras naves, monos una. Nuestro siguiente destino fue Eea, la isla habitada por Circe, la de hermosos cabellos, potente deidad de habla humana. La perversa hechicera convirtió en cerdos, con un rico licor, a varios de mis hombres, entre ellos Polites, mi buen capitán. Pero Euríoloco, que había sospechado algún engaño, no entró en el palacio de la diosa, y pudo correr a la playa para contarme tan funesto incidente. Gracias a la ayuda del dios Hermes, el de vara de oro, que me dio una triaca para vencer el poder del sabroso licor, pude evitar sus efectos y obligar a Cire a devolver el aspecto humano a mis compañeros.


Día 21.
Tras una larga noche, Cire, decidida a ayudarme, me aseguró que debería ir al palacio de Hades y la horrenda Perféfone para pedir consejo al alma del ciego adivino Tiresias, a fin de poner el definitivo rumbo a Ítaca, ya falta poco para verte, te echo tanto de menos, a nuestro hijo también, esto es muy duro.

Día 22.
En el Hades todo es tenebroso y espeluznante. He visto muchas almas de hombres y mujeres ilustres, que acudían con aterradora lentitud a nuestro encuentro. Hemos conseguido, a cambio de ofrecerle negra sangre de reses recién sacrificadas, que la sombra del ciego Tiresias me aventurara lo siguiente: “Librado del mar, llegará a ti la muerte, pero blanda y suave, acabada tu vida en la calma de la lozana vejez; entretanto tus gentes en torno venturosas serán. Éstas son las verdades que anuncio”

Día 23.
Al regresas a Eea, Circe nos avisó de nuevos peligros que nos acosarían en nuestro viaje. Gracias a sus sugerencias pude oír los seductores cantos de las sirenas sin caer en desgracia. Hoy hemos atravesado trabajosamente el peligroso paso entre Escila y Caribdis, los repugnantes monstruos femeninos, con menos bajas de las que suelen tener los barcos que por allí navegan sin ser prevenidos.


Día 24.
Llegamos hoy, día 24 de este incansable viaje, a la hermosísima isla del dios Sol, Trinacia, plena de vacas y ovejas. Circe y el alma de Tiresias nos alertaron de que no comiéramos de aquel ganado. Pero el hambre pudo más que mis hombres, y, entretanto que yo sucumbía al poder del sueño, 
mataron y devoraron a varias de aquellas reses.


Día 25.
El dios Sol pidió venganza a Zeus quien, una vez que nos volvimos a echar al mar, arremetió con su fúlgido rayo contra nuestra cóncava nave. Todos murieron ahogados en las oscuras profundidades marinas. Solo yo, asido al mástil, sobreviví y recalé en Ogigia, la isla en que vive la ninfa crinada Calipso. Ella me recibió y me pidó que me quedara a su lado. Me prometió que gozaría de la inmortalidad y de una eterna juventud. Pero yo lo único que deseaba era huir para estar a tu lado.

Día 28.
Me paso los días abatido en la costa, con la mira perdida en el horizonte y el corazón nostálgico. Prefería mi condición de mortal y que con el tiempo mi cuerpo envejeciera sin remedio, a tu lado y al de nuestro hijo Telémaco. Por fin, Atenea rogó a Zeus que intercediera por mí. El dios supremo mandó a Hermes para exigir a Calipso que me dejara zarpar. Con su ayuda me hice de nuevo al mar, en una balsa que construí con veinte troncos de árbol entrelazados.

Día 29.
Esto cada día se hace más difícil, hoy Poseidón ha arremetido contra mi débil embarcación, cumpliendo su venganza por haber cegado yo a su hijo Polifemo, el cíclope devorador de hombres. La nereida Leucótea, convertida en gaviota, me ha ofrecido un velo blanco que, atado a mi cintura, me salvará.


Día 30.
Entonces me he rebelado, he insultado gravemente a los dioses y reclamé el poder del Destino, superior a todos ellos. A horcajadas sobre un tronco, con agua abundante anegando mis pulmones, no obstante pude reunir fuerzas para gritar con vigor estas aladas palabras: “Dioses crueles y poderosos, no sé por qué pretendéis mi ruina y que no retorne en buena hora a mi reino. Sabed que el adivino Tiresias ha vaticinado que volveré algún día a mi patria y que moriré feliz, ya anciano, junto a mi discreta esposa. Y no hay poder de ningún dios que pueda impedir lo que traman las moiras, antes quienes incluso vosotros os tenéis que rendir, pues el Destino es implacable e inmutable, tanto para hombres como para dioses” Estas palabras, proferidas por la desesperación de un hombre perseguido por fuerzas superiores y crueles, causaron una gran revuelo en el Olimpo.

Día 31.
Querida, ya llevo más de un mes lejos de ti y parece que cada día que pasa estoy más cerca de ti, pero a la vez estoy tan lejos.. Hoy Poseidón convocó con urgencia, en solemne Consejo, a todas las divinidades. La nereida Leucótea, convertida ahora en una agresiva águila, intentó arrebatarme el velo blanco con sus afiladas garras, pero no lo consiguió. Y Zeus estalló en cólera. Dispuso unir el poder de todos los dioses como si sólo fuera uno, mayor de lo que nadie hubiera imaginado. Me sumergí una y otra vez en el mar rizado. Olas enormes crecían por los vientos huracanados que aullaban como lobos heridos, junto al estallido de truenos y el resplandor de rayos. En medio de tantas calamidades, pude oír las amenazadoras palabras de Zeus, el de largo mirar: 2 Veremos si el Destino es tan poderoso que pueda imponerse a la fuerza de todos los dioses existentes. Nos has retado, miserable mortal. Te llevaremos a un lugar y aun tiempo del que nunca podrás escapar”.

Día 37.
Siento no haber podido escribirte, pero el otro día amanecí malherido en una playa un tanto extraña, un buen hombre encontró, apenas recobré el sentido, pude percatarme de que era introducido en el vientre de un extraño carro que se vuelve sin caballos, con luces y ruidosos insólitos. Después, permanecí varios días y noches en un silencioso templo planco, de olor dulzón, repleto de objetos inverosímiles, donde unos hombres de ropas y lenguas desconocidas me atendieron y me curaron. Pero, decido a marchar, intenté comunicarme con ellos. Nadie me entendía. Creía que ese buen hombre me ayudaría, pero no supe más de él. Por eso me desesperé y quise escapar en un descuido de mis guardianes, y destrocé, en vertiginosa huida, todo cuanto aparecía frente a mí. No pude conseguir mi propósito.


Día 38.
Me retuvieron y me encerraron en otro templo colosal, donde hay gentes de mirada perdida y gestos estúpidos. Hoy ha venido a visitarme a lo que le llaman “manicomio” el buen hombre que me encontró y otro señor más. Necesito que me ayuden, debo llegar a mi patria. Te echo tanto de menos Penélope...


Día 39.
El psiquiatra, así llaman al hombre que me cuidaba en aquel templo blanco, no me creía, y entonces, les di la prueba palpable: la herida que me abrió el jabalí con sus blancos colmillos al tiempo que subí con los hijos de Autólico al monte Parnaso. Gracias a que el buen hombre que me encontró en la playa, y el otro señor que lleva consigo la Odisea, él psiquiátrica quedo convencido, aunque luego volvió a cambiar de idea, entonces Fernando, el buen hombre que me encontró en la orilla de la playa me ha dicho que si cambiaba mi actitud agresiva podría ser libre. Pronto, estaré de vuelta te lo prometo. Te quiero Penélope.

Día 42.
Así fue, hoy me han permitido abandonar el manicomio. Me voy instalar en casa de Fernando hasta el día en que me vaya. Cada día que pasa, noto que estoy más cerca de ti. Nos vemos pronto Penélope.

Día 45.
Hoy me he marchado, y todos han sentido mi partida, hasta hoy, Serafín me ha invitado varias veces a ir a la universidad y Fernando nos acompañaba. Con mi ayuda Serafín puedo hacer avances en la interpretación del Lineal A, el idioma minoico que aun no ha podido ser descifrado. Les he asegurado que la mítica Atlántida, que Platón cita en el Critias y en Timeo, había existido realmente y que fueron sus habitantes los que construyeron las grandes pirámides del Egipto de los faraones. Serafín me he hecho escuchar la Odisea, que estaba grabada en la lengua original. Yo le he hecho algunas correcciones fonéticas. Les he explicado que el Destino tenía que cumplirse, que los dioses tan sólo habían sido capaces de retrasarlo, y que incluso mi fin estaba allí escrito y que yo, debería hacerlo realidad. Y es que, en vez de arribar a la tierra de Alcínoo y ser descubierto por su hija Nausícaa, me he presentado aquí, en Santa Pola, tres mil doscientos años después, descubierto por un viejo profesor de universidad retirado. Y en lugar de relatar mis andanzas en la corte del rey Alcínoo, lo reseñé en la habitación de un manicomio de Alicante a dos profesores universitarios atónitos y un psiquiatra escéptico escondido en el baño. Todo parece tener sentido, dentro del sinsentido. Pero así en la vida: todo encaja dentro de lo imposible.

Día 46.
Esta mañana he robado un velero del puerto de Santa Pola. Hoy parto hacia Ítaca, por fin podré reunirme contigo y nuestro hijo, no sabes cuánto tiempo he estado soñando con esto. Nos vemos en breves. Te quiere, Odiseo. 

diumenge, 26 de gener del 2014

LOS GRUPOS SOCIALES: Los Libres, Los metecos, Los esclavos

La sociedad griega fue evolucionando a lo largo de su historia hasta que, en época clásica, el modelo de organización social queda dividida en grupos basados en su condición de libres (ciudadanos o no ciudadanos) y esclavos.
Evidentemente también determinaba la posición social, el grado de riqueza . Se debe tener en cuenta la situación especial de la mujer que se estudiará a parte.
En general Atenas, era una sociedad abierta a otra polis. Durante la profunda crisis del s.VIII a.C. Atenas optó por establecer colonias en distintas zonas de Asia Menor y del Egeo. En las que se repetía la misma clasificación social que en la metrópolis.

CLASES SOCIALES LIBRES

El ciudadano

En una población de alrededor de 250.000 habitantes, tan sólo 40.000 eran ciudadanos (incluidos esposas e hijos, aunque no tenían representación política). Aunque había un grupo importante de hombres ricos, la mayoría eran pequeños y medianos propietarios de tierras.

Se dividían en diez tribus territoriales distribuidas en tres distritos: la llanura, la montaña y la costa. Tenían plenos derechos civiles. La condición de ciudadano se conseguía mediante el nacimiento, es decir, si el padre lo era y, en época de Pericles, también debía serlo la madre.

La ciudadanía conllevaba derechos y deberes de diversa índole:

Político: Participaban en las magistraturas y podían votar y ser votados (según edad y requisitos patrimoniales).
Militar: Integraban las filas de hoplitas o de la caballería (la deserción era castigada con la privación de los derechos de ciudadanía o τιμία).
Judicial:  Debían ejercer como miembros de diversos tribunales de justicia.
Social: Participaban en los cultos y festivales de la ciudad.
Podían tener propiedades.
Contribuían con impuestos directos (eisfora εσφορά) o indirectos (liturgias λειτουργίαι: impuesto especial para el desarrollo de ciertas ceremonias o fiestas de carácter público), de los que estaban exentos los ciudadanos con menor capacidad económica.




En cuanto a su educación, hasta los 7 años niños y niñas permanecían en el gineceo junto a sus madres y demás mujeres de la casa. A partir de esa edad los niños acudían a la escuela, acompañado por el παιδαγωγός, donde el γραμματιστής les enseñaba lo que podríamos llamar “las humanidades”. Entre los 12 y los 14 años, comenzaban a ejercitarse en los deportes. A los 18 eran declarados efebos e inscritos en el δμος, y desde ese momento el Estado se ocupaba de su educación militar, política y administrativa durante tres años. A los 21 eran declarados ciudadanos de pleno derecho.
El consejo de Ancianos examinaba la constitución física de cada niño. Si este estaba sano se autorizaba que fuera criado.En caso contrario, era tirado desde arriba de una montaña.




No ciudadanos: μέτοικοι y κληροχοι

Metecos

Eran extranjeros (griegos nacidos en otras polis, ξένοι, y no griegos, βάρβαροι) asentados en la polis o esclavos liberados. Durante el siglo a.C. su número fue superior a los 70.000, incluidas sus familias.
Una vez eran presentados delante de las autoridades y empadronados, podían ejercer inmediatamente sus oficios y tener una serie de derechos. Se dedicaban al comercio y la artesanía, pues difícilmente podían acceder a la propiedad de la tierra, y vivían sobre todo cerca de los puertos y en Atenas. También podían dedicarse a profesiones liberales o actividades intelectuales.

Político: A pesar de ser libres, carecían de derechos de ciudadanía, por lo que no podían votar ni participar en ninguna de las instituciones del Estado.
Militar: Servían como hoplitas o remeros.
Social: Debía inscribirse en un demo, mediante el patrocinio de un  προστάτης cuyas funciones no están muy claras, y pagar un impuesto especial, el μετοίκιον, que, aunque no era muy elevado, marcaba su condición de inferioridad respecto a los ciudadanos. No obstante, en ocasiones, a cambio de servicios especiales, podían obtener ciertos privilegios o, incluso, la concesión del derecho de ciudadanía.
Carecían de derecho de propiedad privada.






Clases sociales no libres: Esclavos

El grupo más numeroso era el de los esclavos. Se cree que su número superaba los 140.000 en este período. Políticamente carecían de todos los derechos, pues eran propiedad de sus amos. Desde el punto de vista militar, en época de guerra, podían ser reclutados para la flota o para el ejército. Socialmente, también carecían de derechos, aunque podían comprar su libertad con su trabajo u obtenerla de su amo, por múltiples circunstancias, y pasar así a la categoría de metecos, lo cual no era común. Sin embargo, participan en el culto público. La mayoría de los esclavos no eran griegos y habían sido comprados por los ciudadanos. Su intervención en los procesos judiciales se limita a actuar como testigos, pero su testimonio se obtiene siempre bajo tortura (βάσανος), para asegurar que se dice la verdad.

Su origen era variado, pues podían ser por efectos de la guerra (vencidos o descendientes de vencidos), de la piratería, de la exposición de niños no deseados o, incluso, provocados por el impago de las deudas contraídas.

Podían desempeñar cualquier oficio, así había esclavos en la industria, las minas, el comercio, en la casa, o en el campo y los servicios públicos. Por otra parte, podían ser esclavos privados o públicos (δημόσιοι). Los públicos pertenecían al Estado, para el cual desempeñaban diversas funciones (cuidadores de templos, arqueros para el mantenimiento del orden en la Asamblea, ...) y vivían en su casa con su propia familia.

La esclavitud era una institución admitida por todos y se consideraba que el uso de su fuerza corporal era el mejor servicio que podía obtenerse de ellos. Sin embargo, en la práctica, el trato que recibían solía ser suave para evitar deserciones y levantamientos generalizados y hasta se introdujeron algunas medidas protectoras para defenderlos de la violencia excesiva.



Opinión personal:
Podemos ver que en esta época, las diferencias entre las clases y las personas eran bastante notables fijándonos en su forma de vida, vestimenta y alimentación.

Bibliografia:

dimarts, 21 de gener del 2014

La leyenda del Minotauro


LA LEYENDA DEL MINOTAURO.

- El nacimiento del minotauro Asterión.
Existen varias versiones acerca de la enfrenta que ocasiono que la esposa de Minos, Pasífae, tuviera la necesidad de unirse al toro de Creta. La versión más extendida cuenta que Minos, hijo de Zeus y de Europa, pidió al dios de los mares Poseidón apoyo para suceder al rey Asterión de Creta frente a sus hermanos Sarpedón y Radamantis y ser reconocido como tal por los cretenses. Poseidón lo escuchó y acepto su propuesta e hizo salir de los mares un maravilloso toro blanco, al que Minos prometió sacrificar en su nombre. Pero sin embargo, Minos quedó maravillado por las cualidades del hermoso toro blanco y lo ocultó en su rebaño y sacrificó a otro toro en su lugar esperando que Poseidón no se diese cuenta. Al saber esto Poseidón se lleno de ira, y para vengarse, inspiró en Pasífae un deseo incontenible por el hermoso toro blanco.
Para consumar su unión con el toro, Pasifae necesito ayuda de Dédalo, que construyo una vaca de madera recubierta con piel de vaca auténtica para que ella se metiera dentro. Fue así como el toro yació con ella, y de esta unión nació el famoso minotauro, llamado Asterión.

-El laberinto de Creta y el tributo de Atenas.
El castigo de Poseidón continuaba. El minotauro solo comia carne humana, y conforme crecia se hacia más salvaje y peligroso. Cuando finalmente la criatura se hizo incontrolabe, Dédalo construyó el famoso laberinto de Creta, el cuál se componia de una estructura gigantesca compuesta por cantidades incontables de pasillos que llevaban a distintas direcciones, entrecruzandose entre ellos,de los cuáles solo uno conducía al centro del laberinto, donde el minotauro Asterión fue abandonado.
A la par que el laberinto encerraba al minotauro, uno de los hijos de Minos, Androgeno, fue asesinado en Atenas después de una competición olímpica donde quedó campeón. Seguidamente el rey de Creta declaró la guerra a los atenienses. Minos atacó al territorio ateniense, conquisto Megara e hizo rendir al pueblo de Atenas. Se dice que fue el oráculo de Delfos el que aconsejo a Atenas ofrecer un tributo a Creta. Al ganar la guerra, Minos impuso una serie de condiciones por la rendición y una de ellas fue que Atenas entregara siete jóvenes y siete doncellas como sacrificio para el minotauro. Los catorce vírgenes eran enviados anualmente y eran internados en el laberinto donde vagaban perdidos durante días hasta encontrarse con la bestia, sirviéndole de alimento.

-La llegada de Teseo a Creta.
Años después, Teseo, hijo de Egeo, se dispuso a matar al minotauro y así liberar a su patria de Minos y su condena. Minos, quien elegia a los jóvenes que servirían de alimento al Minotauro y, enterado del aprecio que sentía Egeo por Teseo, quiso que éste fuera devorado en el laberinto. Era la tercera vez que catorce jóvenes atenienses, iban a ser sacrificados en favor de la bestia.
Al llegar a Creta, los jóvenes fueron presentados a Minos. Fue entonces cuando Teseo conocio a Ariadna, hija del rey, quien se enamoró de él. La princesa Ariadna rogó a Teseo que se abstuviera de luchar contra el Minotauro, pues eso seria una muerte segura, pero Teseo la convenció de que podia vencerlo. Ariadna, viendo la valentia de Teseo, quiso ayudarlo, e ideó un plan que ayudaria al joven ateniense a enconrar la salida del laberinto en caso de que derrotara a la bestia. Pero en realidad el plan fue solicitado por Ariadna a Dédalo, quien se las habia ingeniado para contruir el laberinto de tal manera que la única manera de salir de el fuera utilizando un ovillo de hilo, el cuál Ariadna le entregó a Teseo para que, una vez hubiera entrado en el laberinto, atara un cabo del ovillo a la entrada. Fue así, como a medida que fue adentrandose en el laberinto, el hilo recordaria el camino y, una vez que hubiera matado al minotauro, enrollaría el ovillo de hilo y encontraria la salida del laberinto.

-El fin del Minotauro.
Teseo recorrió el laberinto hasta encontrarse con el Minoauro, al cuál mató, y para salir de él, siguió el hilo que Ariadna le dió.
No es claro, la relación que había entre Teseo y Ariadna, pero bien es cierto que ambos confabularon contra Minos para terminar con la vida del Minotauro que tenía encerrado en el laberinto y escapar de Creta.


La situación de la mujer en la Antigua Grecia.



La situación de la mujer en la Antigua Grecia.









LA MUJER EN ATENAS.
  1. Introducción

La discriminación de la mujer griega, en concreto la mujer ateniense, era evidente, ya que carecía de derechos y libertades. Era sumamente menospreciada por los hombres de la sociedad y estaba sometida a su poder, ya fueran maridos, padres, hijos o hermanos. Además, esta situación de discriminación venía provocado por la incapacidad de mantener muchos hijos, sobretodo si eran niñas, puesto que a los pocos días del nacimiento de una mujer, la familia debía comenzar a ahorrar una futura dote, es decir, una contribución que se le daba al futuro marido de la niña para que éste la aceptase y se casase con ella. Por este motivo se producía e incrementaba el infanticidio femenino, al contrario que los niños varones, los cuales suponían una alegría en la familia, puesto que éstos recibían los bienes familiares y además la futura dote que se le entregaría en el momento del casamiento.

En resumen, podemos podemos hablar de una clara discriminación de la mujer ateniense tanto en el ámbito político como social, ya que la participación de la mujer en la sociedad era prácticamente nula, al igual que los esclavos, los niños y los extranjeros; y todas las mujeres, atenienses o no, estaban completamente excluidas de los asuntos de la πόλις, al contrario que los hombres, quienes poseían el derecho a inmiscuyirse tanto en la vida política como en el comercio.

Las mujeres vivían tan sólo para el cuidado de la casa y de los hijos. Además, para los atenienses, la mujer nunca adquiría la mayoría de edad.

  1. El matrimonio.
Las salidas de la mujer ateniense se limitaban tan sólo a recoger agua a las fuentes más próximas. Además, éstas quedaban encerradas en el gineceo y excluídas de las cenas que sus maridos celebraban en la propia casa en compañía de sus amigos a las que no era raro que acudieran prostitutas al final de la noche. Así pues, la mujer era constantemente controlada por su marido y sometida a la constante sospecha de infidelidad.
    Las bodas o himeneos atenienses no eran asuntos entre hombre- mujer, sino que se basaba en un contrato que establecían el padre de la muchacha y la familia del novio o incluso con el propio novio, donde éste aceptaba a su futura esposa y una dote. Seguidamente, la mujer se transladaba al γένος del marido abandonando el suyo. Además, la muchacha tan sólo se casaba cuando adquiría la pubertad, mientras que los hombres lo hacían a los treinta años.

Infidelidades: El hombre tenía total y pleno derecho a cometer todas y cuantas infidelidades quisiese, sin tener que someterse a la justícia. Dichas infidelidades las cometía con distintos tipos de prostitutas, tales como:

  1. Las concubinas (Παλλακή): los maridos podían mantener relaciones estables con estas mujeres e incluso no se les negaba el derecho de acogerlas en la propia casa y de aceptar a los hijos bastardos como legítimos. Las concubinas eran reservadas tan sólo para el cuidado del cuerpo del hombre, y además, éstas debían ofrecerles fidelidad.
  2. Las eteras (Ἑταίρα): Las heteras constituyen la categoría más alta entre las prostitutas. Puesto que a diferencia de las otras, no se contentan con ofrecer sólo servicios sexuales, sino que además poseían una educación esmerada, ofrecida tan sólo para esta categoría de mujeres y eran capaces de tomar parte en las conversaciones entre gentes cultivadas. Éstas eran únicas entre todas las mujeres de Atenas, puesto que estaban capacitadas para suministrar todo tipo de bienes. Además estaban educadas para acompañar a los hombres, allá donde ni las concubinas ni las esposas podían acompañarlos. La mujer que destacó en esta categoría fue: Aspasia de Mileto.
  3. Las prostitutas (Πορνή): Antiguamente eran esclavas de origen bárbaro, que a partir deperíodo helenístico, se incorporaron al gremio muchas jóvenes esclavas, que solo dejarían de serlo cuando fuesen adoptadas por su amo. Este tipo de mujeres podían estar dedicadas a alguna divinidad, puesto que el dinero que recogían era destinado al cuidado del templo; situadas en la calle, o situadas en los prostíbulos, en barrios conocidos por esta actividad, tales como El Pireo (puerto de Atenas) o el Cerámico de Atenas; las cuales eran frecuentadas por marineros y ciudadanos pobres.
El divorcio: El marido poseía el pleno derecho de repudiar a su esposa cuando éste quisiese y sin motivo aparente, además si ésto sucedía así, la dote debía ser devuelta a la familia de la mujer. Al contrario de la mujer, ésta debía solicitarlo con antelación mostrando y explicando sus razones de desacuerdo. Así pues, un matrimonio griego podía romperse por diversas causas:

  1. El repudio del marido hacia la mujer, sin razón aparente, poseyendo el pleno derecho a conservar la tutelas de sus hijo e incluso de los no nacidos todavía, sino que también podía casar a su mujer con otro hombre de su propia elección y sin el consentimiento de la mujer.
  2. El abandono del lecho por parte de la mujer y/o el incumplimiento de las tareas matrimoniales por parte de ésta.
  3. La interrupción del matrimonio por parte del padre de la novia, para que ésta volviese al hogar paterno, o bien para casarla con otro hombre.
  4. En caso de viudez por parte de la esposa. Ésta debía casarse con el hombre que le asignara el marido antes de su muerte o bien su hijo mayor, su padre o algún pariente próximo a ella.
  •      En este ámbito hay que mencionar la legislación de Dracón, en las cuales prohibía la venganza privada tanto por el marido o por la esposa que cometiesen un adulterio. Pese a su prohibición estableció una excepción, la cual establecía que sólo en el caso de sorprender al marido cometiendo el adulterio, podría ser juzgado mediante la muerte. Por el contrario, si la sorprendida era la esposa, a ésta se le perdonaba la pena de muerte, puesto que carecía de conciencia y no sabía aquello que estaba haciendo. Un ejemplo de estos casos lo ofrece el discurso de Lisias, Defensa por la muerte de Eratóstenes.

  1. La mujer doria y la mujer espartana.

Ésta poseía una mayor libertad tanto social y jurídica, además de tener mucha más indepencia respecto al marido, padre e hijos que la mujer ateniense. Además, en Gortina, mediante “El código de Gortina” se estableció una compilación de leyes dispersas a modo de un código civil, en el que se establecían entre tanto el derecho al divorcio, las garantías de la mujer y de la separación de bienes que era prescriptiva. En este código no peevían sentencias bárbaras ni penas de muerte. Estas leyes eran muy similares a las de Esparta, las cuales concedían a las mujeres numerosos derechos y libertades, puesto que la mujer espartana no estaba recluída en la casa, a diferencia de la mujer ateniense, sino que poseía tiempo libre para ocuparse de tareas comerciales o literarias y además tenía derecho a practicar tiempo libre para cultivar y cuidar su cuerpo. Además, desde niñas recibían una esquisita educación, similar a la que recibían los varones y además se les alimentaba bien desde jóvenes para que tuvieran buena salud y una buena condición física, para así ocupar el lugar más importante en la sociedad lacedemonia: las madres de los espartanos. Por el contrario, la mujer espartana tampoco tenía derecho a participar en la vida política, ni en el ejército, ni en las reuniones que poseyesen sus maridos y estaban obligadas también a las labores domésticas.

  1. La mujer en la literatura griega.
La mujer griega ocupó un lugar relevante en la literatura griega, al contrario que en la sociedad y en la vida política. Es aquí donde encontramos a la mujer más importante que destacó en la poesíagriega: Safo. Esta mujer alcanzó una enorme fama debido a su hermosa poesía lírica, que expresaba los sentimientos de una mujer griega de la época.
La fuerte misoginia existente en la Antigua Grecia también hizo eco en el ámbito literario. Podemos encontrar a lo largo de la historia griega varias obras literarias misóginas, que entre ellas, la primera fue: el mito de Pandora de Hesíodo; el cual alega que todos los males en la faz de la tierra son consecuencia de la acción de una mujer. Además, también destaca Semónides de Amoros con su obra Yambo a la mujeres, la cual trata una crítica aberrante hacia la mujer de la época, y las compara con distintos animales según los defectos de ellas relacionados con éstos.
  • En el teatro la situación de la mujer seguía siendo muy precaria, tanto como en la vida cotiniana de ésta. Destacó la figura de Eurípides, el cual llevó a cabo una labor crucial, puesto que defendió muchas de las actitudes y posturas de las mujeres de la época, como vemos, por ejemplo, en Fedra, la cual se enamoró de su hijastro Hipólito, quién se negó a corresponderle. Ella le acusó ante su padre de haber intentado violarla y Teseo pidió a Poidesón que matase a Hipólito y cuando lo hubo hecho, Freda, presa del remordimiento, se ahorcó.
    • Hay que mencionar una obra de comedia teatral clave, donde la figura de la mujer adquiere una posición clave: Lisístrata. Aristófanes, autor de esta grandiosa obra, hace una elevada protesta sobre la guerra de la época, donde las mujeres adquieren el poder sobre sus maridos, imponiéndoles una huelga de sexo para que éstos dejen la guerra que se está produciendo en el Peloponeso y así den paso a la paz. Además, ascienden hasta la Acrópolis y toman todo el dinero de la ciudad para que éste no pueda ser utilizado para fines bélicos. La protagonista, Lisístrata, es una mujer ateniense harta de no ver a su marido a causa de las incesantes guerras y es ella la que encabeza esta huelga sexual que protagonizarán con las mujeres espartanas.

  1. Visiones filosóficas sobre la mujer.
  • Platón: Para Platón, la mujer es un objeto de razón, es decir, no alega ni defiende en ningún momento la igualdad de la mujer ante el hombre, sino que ésta debería prepararse y educarse para que el hombre de su época pudiese relacionarse con alguien similar a él y así poder engendrar hijos perfectos.

  • Aristóteles: Éste filósofo no propicia ninguna defensa de la mujer ante el hombre, sino que establece unas diferencias notables entre ambos. Así pues para Aristóteles, la mujer posee una función crucial en su vida: la reproducción; y para el hombre: un varón poseedor administrador. Con lo cual, en cierta manera, alega que el gran culpable de los males de la sociedad son los hombres, puesto que se ausentaban a causa de las guerras periodos muy largos de tiempo. Aunque por el contrario, asumía que la única virtud de la mujer era el silencio, por lo que defendía la sumisión de las mujeres de la época hacia los hombres, además de considerarlas como seres sin identidad, y con lo cual, no ciudadanas.

BIBLIOGRAFÍA